El pueblo de los paracos
- Sebastián Marín

- 29 nov 2020
- 3 Min. de lectura
Hace unos días tuve la oportunidad de ir al sur del país, una zona en la cual el abandono por parte del estado es notable, donde viven personas en condiciones deprochables pero con unas ganas inmensas de salir adelante. A una hora y media de vuelo desde Cali acá se puede observar lo rico que es esta tierra en materia de flora y fauna, lo fértil que es para cosecharla y trabajarla. Lastimosamente el abandono estatal han hecho que estos territorios se vuelvan zonas de confrontación entre los grupos insurgentes que se disputan muchas cosas, entre ellas las principales líneas de narcotrafico.
A comienzos de los años 90 los frentes 38 y 42 de las extintas FARC tomaron poder sobre estas tierras, causando desplazamientos forzosos y dejando miles de víctimas. Para combatir esto los paramilitares llegaron a finales de 1997, de la mano de su máximo líder en ese momento: Carlos Castaño. Esta disputa entre 'Paras' y 'guerrilleros' duró un poco más de una década, una de las más sangrientas para el pueblo, pero más allá de esto, estaba la gente pobre o clase baja, estos eran las víctimas directas del conflicto, no sólo porque los 'paras' mataron a muchísima gente por supuestos vínculos con la guerrilla, sino, por quien y a quienes les trabajan, recolectares, raspadores, etc. Encontraban la forma de conseguir trabajo para llevar alimento a sus familias, los 'paras' habían borrado todo rastro de guerrillas o sindicalistas y empezaron a meterse en el negocio de la droga, para mantener a flote esto, usaron la misma población para su beneficio, aprovecharon la necesidad del campesino para que les trabajaran y sino accedían simplemente eran asesinados en plena plaza pública, para que los demás supieran quien mandaba y a quien debían tener lealtad. Con los años el pueblo fue cambiando, creció una generación que defendía la ideología de los paramilitares y con esto, protegían e incluso ayudaban a mantener alejado todo aquello que consideran "enemigo".
El pueblo empezó a mover su economía entorno al narcotrafico, niños, niñas, jóvenes y mujeres trabajan raspando coca o en sus laboratorios. El dinero corría por las calles del pueblo como si se tratara de una película de mafia, la población ya no tan vulnerable empezó acoger los 'paras' y los veían como sus protectores a cambio del trabajo que les brindaban, y esto no es algo lo cual se deba juzgar, recordemos que era gente que vivía en pobreza extrema y de una u otra manera el narcotrafico les daba para sobrevivir y llevar un estilo de vida mejor. Luego del proceso de paz que los 'paras' llevaron a cabo con el gobierno de Uribe y lograron su desmovilización, vimos que no todas las zonas fue así y ahora operan pero con otros nombres, Bacrim, Águilas Negras, Clan del Golfo. Todos estos son disidencias de los 'paras' y aún en el pueblo es notable su presencia no como antes, pero aún existe esa brecha entre ciudadanos y paramilitares que es difícil de borrar. Pude dialogar con alguien que incluso me dijo "todo lo que tengo es gracias a la coca y a los paramilitares que me dieron una oportunidad".
Para que esto mejore es neceserio un gobierno que se meta a las zonas abandonadas, políticas de seguridad, educación, salud e inversión social, para disminuir la desigualdad y combatir la pobreza, para que la tierra pueda ser trabajada y genere un empleo local y legal. Me voy encantado de esta tierra, a pesar de todo, de su gente, berraca y trabajadora, que no diferencian entre el bien y el mal solo se ocupan de sobrevivir. Mientras el abandono por parte del estado siga así, esta gente vivirá agradecida con quienes le dieron la "mano" para mejorar su calidad de vida, seguirá siendo el pueblo de los paracos.
PD: Para mi abuelo que nació y murió en esta tierra escondida y que sobrevivió a muchos intentos de asesinato por parte de los paras. Descansa en paz.
SEBASTIÁN MARÍN

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